Fotografías de Manolo Espaliú para AVARQ.

Cuando la antigua Iglesia del Convento de la Victoria de Écija es derribada en 1965 (por encontrarse en estado ruinoso después de la desamortización en 1835), el espacio anexo a la torre queda fuera de la reconstrucción del templo actual, quedando una herida abierta entre ambos espacios. Con la rehabilitación efectuada por AVARQ, pasado y presente dialogan serenamente como una conversación entre un joven y un anciano. En primer plano, la puesta en valor de columna y capitel romano como pilar fundamental de la intervención.

A la hora de enfrentarse a la nueva fachada que se abre sobre el vacío existente entre la torre y la parte reconstruida tras el derribo de la Iglesia en los años 60, los arquitectos entendieron que no podía ser un elemento opaco, nunca existió un muro y así debería de seguir siendo. La idea era que el volumen de la casa hermandad fluya hacia el patio buscando la fachada de la Iglesia en un diálogo continuo en el que los términos de interior y exterior se cruzan. Para la protección del muro cortina diseñaron una celosía con los motivos geométricos de la estrella de ocho de la laceria mozárabe. Una vez más pasado y presente se fusionan con una arquitectura limpia y sincera, que deja ver el trazado original del extinto templo.